“Mi abuelo era republicano y gran admirador de Blasco Ibáñez así que no dudó en ir a la Argentina cuando se anunció la creación de Nueva Valencia. Se llevó a la familia y cuando la colonia echó el cierre en 1914 decidieron quedarse en Corrientes. Mis abuelos se fueron a Argentina porque querían prosperar económicamente y acabaron logrando ese objetivo. Se quedaron hasta 1923, cuando decidieron volver a España. Mi madre nació allí y aunque vivió sólo hasta los tres años siempre se sintió argentina”.
Quien lo cuenta es Amalia Toledo, nieta de Juan Bautista Soler, uno de los primeros en llegar a la Nueva Valencia. Toledo recuerda que la identificación con el país sudamericano fue tal que, cuando sus padres retornaron a Simat de la Valldigna, su madre y sus tías pasaron a ser conocidas en el pueblo como Las argentinas, apodo del que siempre se sintieron muy orgullosas. “Hay gente que todavía nos identifica como las hijas de Las argentinas”, dice Amalia.
De su abuelo destaca que era un gran admirador de Blasco Ibáñez y que siempre creyó siempre en su palabra: jamás puso en duda las razones que el escritor les dio cuando anunció el cierre de la colonia.
En 1914, una vez constatado el fin de Nueva Valencia, el abuelo Juan decidió que esa no era razón suficiente para retornar a España. Había cruzado el océano con el objetivo de prosperar así que allí se quedó hasta lograrlo, junto a su esposa y sus hijas -la madre de Amalia nació en Corrientes-. Varios años después y tras desempeñar distintas clases de trabajo consiguieron estabilizarse económicamente. Fue entonces cuando el abuelo Juan y su mujer decidieron que ya era tiempo de regresar a España. Volvieron y, con ellos, se trajeron el recuerdo y el cariño por una Argentina que nunca olvidarían.